Elena y algunos peregrinos a la llegada a Santiago
Como sabéis, estamos preparando el Camino de Santiago de la Diócesis de Ciudad Real para el próximo verano, y el plazo de inscripción está a punto de cerrarse. No se nos ocurre una mejor manera de animarte a vivir esta experiencia única que compartiendo con vosotros el testimonio de una peregrina del año pasado, Elena Muñoz.
EL CAMINO: Continuo fluir de sorpresas, emociones y sentimientos
Esta es la frase con que yo resumiría mi camino.
Empiezas a prepararte meses antes, físicamente, vas avanzando poco a poco, tratando de imaginar cómo va a ser tu camino y que distinto es luego todo, porque el primer cambio que te sorprende es el paisaje y la orografía, por lo menos a mí, que conocía Galicia un poco desde lejos y mi preparación la había hecho por la inmensa llanura manchega donde vivimos y con poco camino de tierra, justo lo contrario de lo que encuentras allí y que luego terminas agradeciendo.
Caminando durante la etapa
Después empiezas a pensar en lo que vas a necesitar (aunque te lo repitan hasta la saciedad, siempre llevas cosas demás) mochila, saco, calzado…. los bastones, quiero comentar lo de los bastones, porque hay gente que no los usa, otros llevan uno, según cómo te hayas preparado, yo me compré dos y me acostumbré a llevarlos, cuando fui a comprarlos me planteé cual sería mejor, precio, etc. y luego una vez allí te das cuenta que los mejores bastones los encuentras allí y gratis, en el día a día, siempre tienes a alguien en quien apoyarte si te surgen dudas o dificultades o simplemente para conversar y hacer una buena terapia.
Desde el primer momento y antes de arrancar el autobús, empiezas a compartir: la ilusión del comienzo, las sorpresas de una nueva visión de lo más cercano, ver en otros ojos el mismo brillo que yo llevaba, descubres tu propio entusiasmo y el de los demás. Poco a poco, el grupo se va conociendo, gracias a todo eso, a las dinámicas de la tarde, etc., y aunque es inevitable que se formen grupos, por afinidad, etc., siempre se propicia un clima de unión y bienestar, ya que, compartes todo en esos días, tu tiempo, tu oración, eucaristías y te hace sentir la cercanía del hermano que llevas a tu lado y que, en nuestra vida cotidiana, a veces no sabemos ni buscar ni encontrar.
Peregrinas en la Plaza do Obradoiro
Allí tu única misión, es caminar, y luego tú ya vives tu experiencia, con lo que le quieras agregar de todo lo que vas percibiendo y recibiendo, la compañía, el aroma característico, a veces a heno podrido, pero todo se va guiando cálidamente por aldeas que guardan esa paz que da lo duro y lo sencillo a la vez. Percibes los regalos de la naturaleza, con esa variedad de árboles, riachuelos, caballos, vacas, etc. y poco a poco, y gracias a todo esto vas descubriendo tu fuerza, una fuerza, que al menos yo, ignoraba que podía sacar de mí misma y también la esperanza de llegar “a algún sitio”, tú en ese momento no sabes dónde, pero sabes que detrás de ese esfuerzo se llega, lo que te hace imaginar un “camino paralelo” que es la vida, con esfuerzo, pero con una buena recompensa que es la meta final.
Quiero agradecer a todos, del primero al último de mis compañeros, a la organización e intendencia, el que hicieran que mi camino fuese así como fue.
Me haría muy feliz que, lo que he intentado transmitir y dar a conocer de mi experiencia, te empuje a vivirlo y te ayude en algo.
Elena Muñoz.